Pensar bien del otro
Al pensar bien de otra persona atribuimos a sus
actos la mejor de las intenciones.
No la juzgamos apoyándonos en sus imperfecciones o
carencias. («¡Qué ruido! Esta niña no sabe cerrar una puerta con cuidado…»). Al
contrario, tenemos siempre presentes sus cualidades y buscamos una explicación
para sus conductas acorde con ellas.
¿Qué
efectos tiene?
Casi mágicos. Tu entorno se vuelve acogedor; no
vives rodeado de monstruos o amenazas, sino entre seres humanos.
Imperfectos, sí, pero con mucho amor para dar. ¿Al
abuelo se le olvidó traer bombones? Qué triste se pondrá cuando se dé cuenta, ¡con
lo que disfruta viendo cómo me relamo con el chocolate!
Si piensas bien de los demás, resulta grato ser sincero.
¡Ya están los rincones de hoy preparados!
¡Vamos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.